~~ ^^ Onigiri FaN ^^ ~~

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myfreecopyright.com registered & protected Algunas cosas NO las presto

domingo, 13 de noviembre de 2011

Anton



Esta foto…
En ella están, Antón, Margot, Leandro y yo
Margot murió, en un accidente de auto.
Leandro se fue lejos y me visita unas cuantas veces al año
Y Antón… bueno él, sigue en la ciudad, pero vive lejos, muy lejos.

Antón y yo, manteníamos una relación. Pero se fue al demonio cuando descubrí el engaño.
En este mismo apartamento, en la misma cama donde aun hoy todavía duermo.
Fue hace un año y hace 6 meses me entere que se caso, con una preciosa chica.

Lo encontré, teniendo sexo con otro chico, cerré la puerta y salí del apartamento.
Dicen: “busca y encontraras” qué razón tienen y mucho mas al decirlo; descubrir que no había sido la primera vez no me sorprendió, dolió muchísimo más, pero no me causo un shock emocional de sorpresa “este es Antón” dije sonriendo pero me sentía terriblemente perdido por no conocer a quien yo decía amar.

Chicos o chicas, para Antón no era tan diferentes.

Después de eso, a él no le importo lo que yo fuera a decir, pensar o sentir o lo que pudiera decirle a la cara, él sin importar que, siempre regresaba.
El llegaba a casa saludando y  sonriendo, solo eso y luego se preparaba una taza de café y se sentaba en la mesa.

“¿Qué haces aquí?, ¿Qué quieres?”

Todo el tiempo le preguntaba lo mismo, pero el desviaba la mirada y seguía bebiendo café.
En una ocasión le pegue, el labio inferior levente le sangro, pero él siguió bebiendo café.
Al terminar, se levantaba, lavaba los platos y se despedía sonriendo.

“¿Por qué regresas?”

Le gritaba al azotarle la puerta una vez que se había ido. Jamás se giro a responder.

Una noche, llego tambaleándose, el ruido y los tumbos en el piso me despertaron, era él, estaba curtido en alcohol, me levante y lo mire  esperando, esperando que? No lose, no lo supe nunca.
El me miro y se abrazo a mi cintura sin despegar aquella vulnerable posición con las rodillas apoyadas en el piso.
-esta haciendo frio afuera-
-¿Qué diablos crees que haces?- le pregunte
-hace un frio que no te imaginas- me respondió
-¿Qué crees que estás haciendo?- me acerque y me percate del olor que se mezclaba con el suyo
Torcí mis labios en una vaga sonrisa llena de pesadez, “este es Antón” me dije, lo sostuve de los brazos y le obligue a quedarse en pie –me importa una mierda el frio que pueda haber afuera, no me importa lo borracho que estas y no me importa si te cogiste  a alguien y te botaron- le empuje hasta la puerta –vete…- fue lo que le dije.

Al siguiente día cambie el cerrojo del apartamento.

Sabes, la gente es bizarra aun las buenas, que se interesan por hacer caridad y hacer de su vida una secuencia de buenos actos que parecieran desinteresados cuando muy bien saben en el fondo que son para ganarse un pedazo de algo llamado cielo y que cruelmente nadie tendría porque venderlo por indulgencias, si de hecho el paraíso no tiene dueño.

Me lo dijo Margot el día que fui a la iglesia y le dije al Cristo esculpido en mármol clavado en la cruz hermosa de cedro recién barnizada, que era un hombre y que me gustaban los hombres, le dije a Dios “soy gay”.

Margot se sentó en una banca y rio bajito ante mi inocente confesión.
-el no puede oírte – me dijo hincándose y recostando su cabeza sobre sus brazos en la madera mirando esa figura casi con adoración.
-quizás no, quizás si, es para mi propia conciencia- le dije sentándome a su lado.
-está mal, es sodomía, la biblia dice que está mal- me dijo ahora recostada sobre mi hombro
-la biblia la escribieron un puñado de hombres. Hombres que no les gustaban otros hombres- dije casi sin ganas.
-en todas las religiones está escrito y expuesto como algo antinatural incluso, los gnósticos- me dijo tomando mi mano.
-eso es lo malo, que todas las religiones apuntan a que es una desviación del buen camino, pero ninguna te da una solución, excepto que te acerques a él- le dije apretando su mano y moviendo mi cabeza hacia el enorme Cristo de mármol. –pero si él no me oye, que se puede hacer?- le pregunte besando su frente.
-por eso la gente es bizarra, ya que tenemos el derecho de equivocarnos de elegir lo equivocado-
-entonces insistiré hasta que Dios me diga que es malo- me dije mirando los vitrales enormes
-eso quiere decir que lo dejaras?- pregunto interesada
-hummmm… no lose, ya veremos cuando Dios me lo diga- conteste suspirando.
-y no pedirás perdón?- me dijo
-he matado a alguien?- le pregunte desconcertado –he blasfemado?, he sido mal hijo? He pecado demasiado?- ironice lo ultimo
-tener relaciones carnales con un hombre, lo es. –me dijo despacio
-entonces matare a alguien para comenzar a sentirme verdaderamente culpable- la levante de la banca con su mano enlazada aun con la mía para acercarnos a las titilantes velitas postradas al pie del santo
-te has matado a ti mismo entre las piernas de un hombre, deberías comenzar a orar por el perdón-
Encendí una vela –crees que Dios me perdone si cada noche hago oración después de tener sexo?-
Ella rio bajito cubriendo hábilmente sus labios con su mano libre –no supongo que no, no serviría de nada-
Apague el cerillo una vez que prendí la vela –lo vez? Hice mi mayor esfuerzo-
2  meses después regresaba de visitar a su madre para pasar el cumpleaños de Leandro en casa, cuando murió.



Es un vago recuerdo, pero pienso que es el más fresco de todos…

Nos teníamos que encontrar, se aproximaba el cumpleaños de Leandro, y en esa fiesta Antón estuvo tan borracho para contestarme finalmente.
-¿Por qué regresas?- insistí
-Es el único camino que no se me olvida…
Es como regresar a casa, sabes…
Llegar y abrir es como si un idealismo me absorbiera…- contesto arrastrando cada palabra

-¿Por qué regresas, porque todo eso? ¿Por qué? Si ya no me amas-
-¿quien dijo que yo, ya no te amo?- me miro extrañado y casi hasta ofendido (vaya cinismo)
-te acuestas con cualquiera, llegas a mi casa apestando alcohol y  sexo, me engañaste, no sé si lo has notado, pero tú y yo no somos nada y aun así sigues llegando a casa…a mi casa -le mire con enojo.
-me estas tirando de tu vida?- me pregunto y de pronto las copas de Johnny Walker se bajaron al inframundo y el efecto de aturdimiento abandono el cuerpo de Antón para mirarme con todos sus sentidos.

-Antón, tu nunca habías sido tan idiota…- le dije irritado –porque hacer lo que haces y luego ir a restregármelo si no me amas- le repetí claro y despacio dando unas pesadas cachetadas en su mejilla, como queriéndole despertar.

El me tomo de la muñeca y simplemente dijo –te amo- con ese tono que usa cuando asegura algo.
-no se lastima a quien se ama Antón- le respondí pero por algún desconocido motivo esa palabra me dolió viniendo de él.
-oh… cariño eso es una gran mentira- dijo soltándome
-bueno una mentira que no me cuesta nada creer que es verdad-
-si te cuesta, te cuesta el corazón- torció los labios en una cínica sonrisa –pero supongo que el precio es justo- me miro suspirando -regresar a casa, es regresar a ti, es regresar al lugar donde las cosas son como deberían ser…-
Fue lo último que dijo y de momento nos vimos cantando las mañanitas para Leandro.
Yo no estaba triste por mi o por nosotros, tampoco estaba feliz por Leandro, yo, solo estaba.

Ese día en la noche, Antón intento abrirla puerta y cuando no pudo comenzó a tocar con impaciencia.
Me quede sentado al borde de la cama oyéndole…
No se fue hasta que amaneció.

Esa mañana me di cuenta que Antón había dejado sus cosas en casa, las que decía que eran de suma importancia para él. Las cogí todas y las eche en una caja, al salir al trabajo las  deje a un lado de la puerta en el pasillo. Cuando regrese la caja ya no estaba.

De nuevo esa noche Antón volvió a intentar abrir la cerradura y solo se dio por vencido cuando quebró la llave, dejando la mitad dentro, fue entonces cuando comenzó a golpear la puerta, de pronto el ruido ceso y la quietud se hizo notar, me hallaba sentado en el sofá de la sala con una luz de mesita únicamente pensando, quien sabe en qué idiotez, que ahora no recuerdo.
Me levante y di un golpe casi a la mitad de la puerta, segundos después recibí un golpe igual como respuesta, Antón seguía ahí.
-eres igual a mi, ya lo sabes no?, me es imposible alejarme- creo que respiro hondo o eso me pareció-lo siento, lo lamento tanto mi amor- me decía aunque sabía que no le respondería.
-sabes, en algún lugar del camino, perdí mi llave, no puedo abrir la puerta – gimió y  comenzó a hablarme entre cortado y su voz vibraba con un sentimiento contenido, quizás el de desahogarse, creo que estaba llorando- no puedo abrir tu puerta y me preguntaba si golpearla hasta derrumbarla sería más efectivo que buscar una llave que no creo encontrar…-

Se detuvo unos instantes para respirar y sorber por la nariz, ello me confirmo que en efecto estaba llorando –pero sabes… de que me serviría estar en el interior si entro de la forma equivocada…-

Se volvió a quedar en silencio y sentí a través de la puerta el peso de su cuerpo recargándose en ella, durante un largo tiempo siguió sollozando y sorbiendo por la nariz, hasta que finalmente su respiración se controlo siendo más acompasada y de nuevo sentí el movimiento del cuerpo de Antón retirarse de ahí. Una hora después abrí la puerta, el leve movimiento de mi llave tiro la mitad atascada oyéndose como una campanilla lejana, pedazos de una llave que ya no pertenecían a esa cerradura. Antón se había ido.

Ciertamente él tenía razón… somos iguales

Antón, Margot, Leandro y yo éramos un cuadrado perfecto…
Pero sabes… éramos egoístas….

Antón me amo desde el principio, Margot estaba enamorada de mí, yo me enamore de Antón y Antón se había acostado con Leandro mucho antes de conocerme, Margot jamás dejo solo a Leandro, Leandro siempre me cuido aunque yo tuviera el amor de ese a quien amaba, y yo quería a Margot como una hermana.

Sabiendo cada quien los sentimientos de cada cual, pretendíamos que no nos importaba, éramos felices siendo egoístas, estábamos destinados a fracasar, nos era imposible alejarnos, tal como dijo Antón.

Disipe aquellos recuerdos y me enfoque en la lamparilla del pasillo casi junto a mi puerta, me estire hasta quedar en puntillas y de la lámpara saque la nueva llave de mi apartamento y de pronto recordé las palabras de Leandro –es lo que es, esta lo que debe estar, sucederá lo que tenga que suceder, estamos los que somos y somos los que estamos – ese es su lema, cuando pasan cosas que uno no puede evitar, ni siquiera orando a Dios día y noche.

Mire la llave, recién sacada de su escondite, un duplicado exacto de la llave con la que había abierto un par de minutos atrás, yo la había dejado ahí, lo había hecho apropósito, muy en el fondo sabia la razón y me decepcione cuando lo que deseaba que pasara no paso. Porque dársela en las manos me habría hecho caer más bajo y entonces me pregunte:

 “que clase de bizarra persona era yo”.




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TaNa
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