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domingo, 9 de octubre de 2011

Paramo Placebo

Esta es la ultima parte de la historia, la nuestra creo yo, que segun yo pensaba terminar y componer antes de subirla, pero lo cierto es que jamas creo poder terminarla. Paso de nuevo por ese periodo de luz y sombra donde comienzo una historia en mi cabeza, pero no dejo de pensar en aquello que me debilita el corazón.
Creo que ...finalmente este seria un resumen del final que trato de escribir, uno que es inevitable y mas cerca de lo pensado, ojala pudiera escribirlo tan rapido como pasa en mi cabeza, debere comprometerme realmente por lo menos a tratar de explicar con palabras y no con un escrito lo que sucede en la historia o al menos seria util para mi, en saber donde me quede.


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Paramo Placebo





-debes matarle- la voz envolvió sus oídos
-debes matarle – no era un eco, pero esa misma frase se repetía una  y otra vez en viva voz
Vatel, abrió su abanico enorme con puntas afiladas, detenido en el lumbral de la puerta de aquella habitación contuvo la respiración.
-debes matarle- le insistia la voz que le azuzaba el instinto a acometer aquella orden.
Vatel observaba atravez de la fina gasa vino de su abanico, contemplaba la silueta arropada por la noche y aspiraba pausado el aroma a lirios que revolvía el viento .
Vatel alisto su abanico e hizo movimientos sublimes en sus adiestradas manos, meciendo su cuerpo con el viento siguiendo las corrientes frescas, se unió al silencio danzante, tomo posición, su mente y su cuerpo ambos obedientes eran soldados firmes a la ejecución y a menos de 5 pasos se detuvo, estoico .
Lejana la mirada carmesí, bailaba alegre “una muerte mas, un adiós mas, una batalla terminada mas, una despedida mas, un ataúd mas, un ramo de orquídeas mas, una lapida mas, una, solo una mas”        –pensó, mientras se saboreaba anticipadamente la sangre en la boca, casi desaparece  en las sombras, pero impactado miro a Vatel retroceder dos pasos y como oscuridad acechante en su hombro se poso
-Que haces? Debes matarle, no comprendes, míranos, en este lamentable estado y tú tienes en tus manos literalmente la solución, has honor a tu nombre y clama justicia…-
Vatel detenido en medio de aquella situación miro el cuerpo hundir y levantar el pecho
-pero… respira…- le dijo despacio
-si, así es, pero debes matarle-
-pero como se mata a un muerto?- pregunto Vatel
-la cabeza, Vatel la cabeza, cercena la cabeza  por ti, por tus hermanos y por mí-
-pero… -
-si separas la cabeza del cuerpo, separas  el cerebro del corazón, el corazón de los sentimientos y los sentimientos de la sensación, si no se piensa vivo, no se siente como uno-
Así como había acompañado a Vatel por los pasillos largos de aquel castillo como una efímera aparición, asi se retiro de aquella habitación, sabiendo que sus ordenes serian cumplidas.
Vatel, empuño la fina arma, tomo renovado impulso, alzando su mano manifestando la victoria atrasada, la mortífera sutileza casi roza la piel de porcelana, su mortal instrumento fue detenido con exactitud por la mano de su hermano.
-Vatel, te está usando…- le dijo Terrence
Este lo miro casi incrédulo
-el solo te esta usando, como a todos nosotros …-
-mentira! Mirate, en la peor decadencia tu…-
-Vatel, te lo suplico he esperado 3 años para esto…-
-tu, has … esperado tanto tiempo? Todo ese tiempo para sufrir? Para volver a sentir el dolor?-
-Vatel, no entenderías, lo mucho que he deseado este dia y finalmente …- Terrence dirigió su mirada a ese cuerpo envuelto en suspiros.
Alguien en el tercer piso de aquella roída construcción, miraba por el ventanal , deseaba pintar la luna de rojo amanecer pero el cortado silencio le frustro su ensueño, su enmienda había tardado bastante –Matale, no puedes dejar que tu hermano llore ni una gota de sangre mas-
Interrumpiendo aquella conversación las palabras de ella traídas desde su boca a través del viento , le hicieron volver en si, a la idea fija
Saco una daga, llevo el cuerpo de Terrence al piso y lo clavo con la daga, encarnándole con fuerza, metal y mármol se besaron y la tibia sangre del carmesí probo la frialdad del exterior.
Vatel hizo girar su abanico sobre el dedo índice cortando instantáneo el aire y de un movimiento exacto desconecto de la vida al parasito errante, que plácidamente dormía.
Segundos después, las órdenes habían sido cumplidas, la piel se abrió, la carne se desgrro, las venas se cortaron, el crimen fue sellado con las carias brutales del metal.
Terrence intentaba liberarse, sabiendo que no alcanzaría a detener el curso del destino, como los salmones que por más que nadasen con ímpetu y determinación, jamás vencerán el cauce del rio nadando contra este, solo no pudo hacer más que cerrar los ojos, como si los finos parpados logaran impedirle ver el final.
Las sabanas pulcras fueron las páginas y el cuerpo el tintero, ojos claros como miel y penetrantes como la angustia miraron a Vatel. Pringado de orgullo, sintiéndose coronado por laureles, sonrió sin embargo aquellos ojos, le hicieron temer y  retrocedió, “donde, en que otra parte había visto esa clase de mirada?”, se dijo para si y como si el cielo taciturno le respondiera admiro la luna en su esplendor , pero esta, no era luna llena, el satélite menguaba como el ambiente alrededor.
La misma que observaba carmesi, y el dolor teprano su cuerpo y lo asxifiaba despiadado.
El grito desgarrador, desde la boca de su estomago era impulsado desde la planta de sus pies, buscando una salida, araño su garganta y se soltó desmedido, gritos como solos los tortrados suelen dar, corrieron despavoridos por el palacete, dolor vuelto voz provocaba escalosfrios.
Estaba hecho…
“había esperado el momento tan ansiado de envolverte en estos brazos de cascajo y decirte finalmente que te amo, tan reacio, tan necio, tan terco que no me valio de nada, mi propio engaño, al final temeroso de perderte, te perdi… tu mi amor, mi único amor, estaras bien?”
Aquella gallarda figura, sostenida en el lindero  ventanal, se traducía en girones de dolor , escuchaba las ultimas palabras de un muerto si importar la distancia, siempre llegarían a el incluso los alientos de aquella persona…y le contesto “todos estaremos bien, hallaremos la felicidad y la paz en el olvido”
La cabeza separada de su cuerpo aun contuvo una milésima de segundo, todo lo posible con la mirada en el vacio apagándose aun logro decir:
“Moriran todos nuestros hijos, conmigo”
La luna era admirada por una sombra que aun se lamentaba, como quien roba la vida esta le era robada. –Te amo- susurro casi audible, abrazandose a si mismo, intentando retener lo ultimo de vida en el.
Fue un choque instantáneo solo esperaba las últimas palabras de su amado para irse y aquellas nítidas avellanas se cerraron para siempre.

En un cuarto, de velas e incienso, bailaban piernas enroscadas en piernas, manos sujetando manos, labios besando labios, gemidos suplicando más. El cuerpo más largo y de melena negra salto incorporándose apresurado, otro par de hombres le imitaron.
-Laorus káiser? Pasa algo?- extraños se miraron sin saber que ocurría
-largo, ustedes, fuera!!- grito el pelinegro les sostuvo a ambos del hombro y los sacudió, ellos supieron que la orgia había terminado.
uno de ellos salio corriendo al instante, pero Jiguen el escalvo rubio tomo la mano del pelinegro –Laorus Kaizer?- Jiguen era el único allegado a Laorus después de tanto tiempo y a quien el pelinegro podía señalar como “leal”. Este, se soltó del agarre y tomo del cuello al otro chico y lo arrastro a la puerta –he dicho que te largues- este conociendo a su “señor” no avanzo,el pelinegro regreso y se detuvo frente a Jiguen, asi como había salido de la cama, sudoroso y desnudo pero su cuerpo fue cubierto por la tensión misma que se reflejo en la mirada de Laorus. Jiguen se recargo en total plenitud sobre el pecho de su señor y este le abrazo acariciando su mejilla. – vete, corre lejos, esto está a punto de colapsar y lo menos que deseo es saber que quedaras bajo los escombros
 -esta es la primera  vez que te comparto con alguien mas y sera la ultima, me llena de gozo y tristeza, aunque no se, si  a lo que hiciste se llama compartir, me has dado el gusto , pero fuiste un poco exagerado...-le confeso el rubio esclavo, dando tonos graciosos y reprendiéndole como a un niño, restando el mal humor que depronto habia estallado en la mirada de su señor,  y recordo los mas vividos recuerdos desde su niñez junto al primer paso que dio en aquel palacete. -y esta es la primera vez tambien que me ordenas obedecer...-
-te dije que lo haria por ti... pero si te tocaba le quemaba las manos en aceite, si te besaba le cocia la boca con  hilo de pescar, si te lamia aunque fuese un dedo le cortaba la lengua y si se atrevia a verte, lo privaria de la luz de un nuevo dia ...- respondio como si fuese lo mas obvio del mundo y tan tranquilo que jamas adivinarias al sadico que se ocultaba debajo de esa piel. 
Laorus, cubrio a Jiguen con telas finas de satin y seda, le colgo cadenas de oro, repletas de rubies y esmeraldas, le adorno las manos de anillos y el suyo propio lo coloco especialmente en el dedo anular de su sirviente, le sonrio como jamas lo habia hecho a nadie. Le miro por ultima vez, gravandose a fuego vivo ese rostro, de singular forma de pomulos tallados legeramente resaltados realzando finura y elegancia, su angulosa quijada y pequeño pero fuerte menton, sus labios carnosos pero discretos, lo hacian ver tremulos al besar, labios que se sentian como la seda mas fina, como la pulpa de la fruta mas dulce,labios que eran entrada a esa boca llena de sorpresas, una boca que le hizo adicto de forma inmediatamente innegable, su bien cincelada nariz, las cejas cubriendo de forma exacta su mirada, las espesas pestañas que franquean lo que Laorus considero el par de joyas mas divino que hubiese tenido la suerte de ver, preciosas gemas del color de la miel de los datiles, iris de un ambarino color , esos ojos que siempre le imponían suavemente, que lo hacian estremecer, ojos a los que no podia negarles nada, mirada que Laorus odiaba vieran alguien mas que el, sintiéndose demasiado posesivo, pero que le encantaba verlos felices desde el mas pequeño detalle hasta adueñarse del mundo ese, dentro el cual vivian, mientras Laorus no podia hacer otra cosa que entregárselo, su cabello del color de la arena suave siempre perfumado, tenia hebras tornasol hacia que sus mechones tuvieran un ligero y divertido color y  esa piel tintada de un ligero tono bronceado, como si hubiese pasado siempre bajo las caricias del sol, pero mas bien a Laorus le recordaba el bronce de los dioses paganos dentro de los templos, y como a uno Laorus lo adoraba con fervor, en silencio y amor, tocar esa piel le recordaba a las palanganas de aceite que alumbraban su habitacion, cuando Jiguen se envolvia en acaite aromatico, habria parte de ese cuerpo dibujado perfeccion, que no amara? no, lo habia, su esclavo era un ser unico su cuerpo era hermoso, sensual pero fuerte mostrando a un hombre de perfil y facciones nobles, valientes y decididas, un envase que reguardaba con recelo en su interior lo que pocos conocian, en su pecho un corazon lleno de pureza y alegria, un corazon solitario que parecia a veces vabagundo de si mismo, y que con el tiempo se habia encontrado, dentro de sus brazos gentileza y ternura, en su plexo solar la fuerza y templanza y era mucha aguantandolo a el, como su señor y el resto... en su abdomen y piernas una tormenta de sensualidad, que despertaba la mas sicaliptica  lujuria, tenia ligeras curvas enmarcando sutilmente su trasero suave y sus mullidos muslos trabajados y fibrosos haciendole voluptuoso y erotico ... Laorus sonrio ese pequeño repaso no hacia merito a lo que faltaba habia mucho mas en Jiguen como su astucia, su instinto o su bien manejada intuicion....pero regreso a la realidad, no habia mas tiempo -tu sabes como llegaste a este mundo?- , -si- contesto Jiguen dejandose poner toda aquella extravagante ornamenta, -tu sabes tu funcion aqui?, -si- respondio de nuevo, -tu siempre supiste que eras el unico poseedor de mi lecho y mi gracia no es verdad, tu siempre lo supiste...- Laorus le tomo del menton y le beso fugazmente en los labios, a lo que su esclavo asento despacio con la cabeza.
-Jiguen...tu...- una ultima cosa debia ser aclarada pero el dedo indice del rubio presionando suave sobre su boca, lo detuvo.
-Si...lo hago, lo hice y lo seguire haciendo ... Laorus- respondio aquello que el pelinegro se cuestionaba internamente - y  sabes tambien que, tus secretos estan a salvo conmigo- finalizó.
-bien- sonrio mientras se ataviaba una simple prenda ligera por sobre la cintura y caminaba de la mano de Jiguen hasta el pasillo y cerraba las puertas de su habitacion. Le miro por ultima vez y  no evito soltar un suspiro acariciando su mejilla -ahora vete y no vuelvas tu vista a tras pase lo que pase, mi amor...- beso sus manos ambos caminaron en sentido contario. 
No despego la vista de la figura que se alejaba, hasta que le vio salir, asegurandose que cumpliera la orden, que mas bien era un ruego mudo, su niño al que habia encontrado en el desierto... en las Algunas veces, mientras lo veia a su lado dormitar, un pensamiento le saltaba en las noches cuando el sueño no conciliaba y era que el desierto le habia dado a su niño pero que algun dia debia devolverlo, eso le hacia las entrañas estrujarse, y el hueco que habia estado vacio y habia sido llenado por el, volvia a vaciarse tan solo con pensar en ello, sin embargo contra todo pronostico ahi estaba, por propia voluntad devolviendolo por que el tenia que vivir y quizas asi el podria volverlo a encontrar, si sobrevivia al derrumbe. 


=lastima que de esta historia he escrito el final y no ke ellos viven, tampoco esta completa pero tampoco es como si la fuera a terminar, cuando algo se vuelve escombro no hay mas ..=

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